miércoles, 3 de agosto de 2011

La crisis estanca la renovación de las plazas de socorrista.

Socorrista en el Casino de la Unión con la equipación diseñada por la ESS

Fuente: El Adelantado
Recientemente se ha avivado la polémica sobre el baño en el embalse del Pontón. Entre otras cosas, esto ha supuesto que todas las miradas se hayan vuelto hacia una profesión no siempre lo suficientemente valorada, pero que cobra una gran importancia en el verano: los socorristas.

El último curso que organizó la Escuela Segoviana de Socorrismo terminó a primeros de junio. Este año se han organizado seis, la programación habitual, según afirma Luis Miguel Pascual, director técnico y docente: tres de ellos se llenaron con chicos de Segovia, dos con chicos de Cuellar, y otro con jóvenes de Segovia y La Granja. Se intentó realizar también uno en Cantalejo, pero no hubo suficientes personas inscritas. El resultado ha sido más de 60 nuevos socorristas segovianos en el mercado este verano. Los cursos, de 120 horas, están dirigidos a chicos a partir de 16 años con graduado escolar (y autorización en caso de ser menores), y constan de una parte teórica y una práctica. En la parte teórica, los aspirantes a socorristas estudiarán primeros auxilios, soporte vital básico, psicología, la legislación correspondiente y fundamentos de salvamento acuático, y es que su misión abarca muchos más matices de los que suelen ser contemplados. Las clases las imparten profesionales de la enfermería, de la psicología o del terreno legal.

Sin embargo, más problemas suele dar la parte práctica. "Realizamos una prueba previa de natación, no porque no tengamos suficientes plazas, eso quizás ocurría hasta hace dos o tres años pero ya no. Hacemos esa selección porque hay algunos chicos a los que preferimos recomendar que entrenen durante unos meses y se presenten a una tanda posterior de cursos, si creemos que lo tienen muy difícil para aprobar" explica Pascual.

Rotación

Afirma el director de la escuela que se trata de una profesión que se ejerce habitualmente durante, como mucho, cuatro años. Esto supone que lo normal sea renovar al 25-30% de los profesionales del socorrismo cada verano. Pero, como en tantos otros sectores, la crisis también se ha hecho notar: "Hemos observado que en los últimos dos años está disminuyendo mucho la rotación, es decir, mucha gente que no tiene otra opción de trabajo para el verano repite en la misma piscina, y disminuye el número de puestos disponibles para los nuevos socorristas", explica el director de la escuela. Esta profesión proporciona en la provincia de Segovia un trabajo estacional a más de un centenar de jóvenes cada verano, que podrían llegar a ser hasta 150 si todas las piscinas contrataran a más de una persona. Pascual asegura que 2011 posiblemente ha sido el año de la última década en el que menos demanda de socorristas se ha generado. Y no solo eso, sino que los convenios de la profesión han disminuido la remuneración habitual de unos 1.100 euros a aproximadamente 800 euros mensuales.

Los socorristas no han salido indemnes de la precaria situación económica, pero aun así la profesión sigue ofreciendo unos índices de contratación por encima de muchas otras. La Escuela de Socorrismo cuenta con una bolsa de trabajo que incluso mantiene contacto con asociaciones y piscinas de otras Comunidades Autónomas, para facilitar a sus alumnos el conseguir empleo. Aunque según Pascual, una mayor regulación facilitaría los acuerdos fuera de Castilla y León. Por ejemplo, la Comunidad de Madrid exige una renovación del título cada dos años con un cursillo de diez horas, que en nuestra comunidad no es obligatoria. "Debería serlo, nosotros lo recomendamos, no ya por una cuestión normativa, ni mucho menos recaudatoria, sino por una cuestión de profesionalidad. Nuestro objetivo es asegurar la calidad de la formación de nuestros socorristas", afirma Pascual.

Las actividades de la escuela no terminan en la realización de cursillos. Además de la campaña de información y prevención "Pon todo de tu parte" en el Pontón, que se realiza desde el pasado fin de semana, los socorristas segovianos quieren hacer este año especial hincapié en la seguridad infantil. Por esta razón están promocionando una serie de recomendaciones de seguridad. "Estamos trabajando dentro de nuestras posibilidades, pero el hecho es que la mayoría de accidentes con niños implicados se producen en las piscinas privadas, y por tanto es determinante la responsabilidad de los padres", explica el director de la escuela. El proyecto se incluye en el marco de una campaña de seguridad para niños a nivel internacional, llevada a cabo por el conjunto de asociaciones relacionadas con el medio acuático.

Además, la Escuela Segoviana de Socorrismo participa activamente en la recopilación de información para el Manual de Prevención de Ahogamientos (2011), una iniciativa surgida en 2002 en el Congreso Internacional de Ahogamientos. Se pretende actualizar el libro próximamente, para incluir nuevas técnicas y procedimientos de salvamento, una labor en la que participan expertos en el tema de todo el mundo.

La soledad veraniega del vigilante del fondo



Rubén Marugán se estrenó como socorrista con una sustitución de un mes en la piscina municipal de Segovia. Afirma que no es fácil conseguir trabajo, en especial cuando eres menor de edad, como es su caso. Los mayores de 16 pueden obtener el título y trabajar como socorristas. Aunque en los últimos tres años ha habido una tendencia a que la edad de los titulados superara los 25 años, según fuentes de la Escuela Segoviana de Socorrismo, el fenómeno ha remitido un poco en este 2011. Dicha tendencia estuvo relacionada con el paro juvenil derivado de la crisis económica: tradicionalmente se consideró el socorrismo como un trabajo para jóvenes entre los 16 y los 24 años, pero las dificultades para conseguir trabajo de los que rondan la treintena les acercaron a este mercado laboral. Marugán asegura que para quien nada habitualmente, no es difícil conseguir el título. Más difícil quizás resulte lidiar con el abultado público infantil de la piscina municipal, aunque en muchos casos se trate de campamentos que cuentan con sus propios monitores para supervisar.

Alberto Aragón, socorrista de la piscina del Parador de La Granja, asegura que la diferencia entre piscinas privadas y públicas es notable. Lo dice basándose en su experiencia como socorrista en la piscina climatizada durante el año. “Por lo que yo he podido ver, los usuarios de piscinas como esta del Parador suelen mostrar un comportamiento más adecuado. En la pública es necesario estar más atento, también porque hay más gente, y más niños”, asegura. Uno de los socorristas del Casino de la Unión, Pablo Ramos está de acuerdo con esta afirmación. Dice además que en el Casino ha podido notarse como en los últimos dos años la piscina ha aumentado su número de usuarios. “Tiene que ver con el hecho de que la gente haya reducido o suprimido sus vacaciones, puesto que se quedan en Segovia optan más a menudo por venir aquí a darse un chapuzón”. Este es el cuarto año de Ramos como socorrista en el Casino, un ejemplo de cómo la rotación de la profesión ha disminuido. “Ahora mismo, para empezar como socorrista necesitas algo de suerte”, asegura. Los tres se han enfrentado a pequeños incidentes en sus respectivas piscinas. Aunque ninguno haya sido grave, afirman que la responsabilidad está siempre ahí, y que se trata de algo más que de estar atento bajo una sombrilla: hay que saber reaccionar de forma rápida y adecuada.

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