sábado, 21 de julio de 2012

Un Profesor de la ESS interviene en un rescate en la playa de Gandía

Imagen de uno de los puestos de Socorrismo de la Playa de Gandía
Miguel Gónzalez, profesor de la Escuela Segoviana de Socorrismo  ha intervenido hoy en un rescate en la playa de Gandía mientras se encontraba de vacaciones. Así relata su experiencia:


Este sábado por la mañana estábamos disfrutando de unos merecidos días de descanso en la playa de Gandía, mi familia estaba en la arena y yo me encontraba en el agua, disfrutando del oleaje, cuando observé que un adulto y tres niños, cada uno aferrado a un flotador hinchable, luchaban por permanecer lejos de las rocas de la escollera. Se me activaron todas las alarmas y me dirigí nadando con rapidez hacia la escollera, aunque la lancha de Cruz Roja ya salía hacia ellos.
En ese momento solo tuve un pensamiento: acercarme a prestar apoyo o ayudar a los “compañeros” socorristas y sobre todo a esas cuatro personas en apuros. Me acerqué sin perderles de vista y observando como los socorristas de la lancha parecían no decidirse a entrar en el agua. Es posible que la lancha no se pudiera acercar más, pero uno de los dos ocupantes podría haberse lanzado al agua, así que me acerqué con decisión porque el peligro aumentaba por momentos.
Entonces, un joven con una moto acuática que estaba por las inmediaciones se dirigió a los bañistas y logró mantenerles lejos de las rocas, dándome tiempo a llegar hasta ellos, identificarme como Socorrista y hacerme cargo de una niña. Otro Socorrista, que había venido corriendo por la playa se hizo cargo del segundo, mientras el tercero y el padre subieron a la moto que se fue rápidamente hacia la orilla. El conductor de la moto, incluso volvió a prestarme ayuda, pero me encontraba ya cerca de la zona poco profunda y, por si acaso, le indiqué que fuera a ayudar al otro Socorrista que venía más atrás. 
Al salir de agua, en la orilla esperaban los padres que me agradecieron haberles traído sana y salva a su hija. Al contrario de lo que hicieron los Socorristas, que ni siquiera se acercaron a interesarse por mi.
Sinceramente, no espero felicitaciones, para mi lo importante es saber que he cumplido con mi deber como Socorrista y esa sensación del deber cumplido, de haber hecho lo que había que hacer. De haber hecho lo que moralmente tenía que hacer y lo que tantas veces he repetido en mis clases como Profesor de Salvamento a mis alumnos de Socorrismo Acuático.


Es posible que no sea el más indicado para criticar al personal de Socorrismo que se encontraba de servicio en la playa (en este caso de Cruz Roja, aunque eso no sea relevante), pero por mi experiencia y por sentido común sí que puedo apuntar algunas cosas.
¿Por qué razón no entró al agua uno de los Socorristas de la lancha, o por qué tardó tanto tiempo en hacerlo?. Aunque en esos momentos estaba pendiente de las víctimas y no de la lancha, lo que había que hacer era evidente: entrar al agua y darles soporte.
¿Cómo no se utilizó una moto acuática con camilla hawaiana que estaba disponible en uno de los puestos cercanos?. La velocidad y capacidad de maniobra de la moto es la ideal para este tipo de situaciones y con la hawaiana se hubiera podido rescatar a los cuatro de una vez, rápidamente y sin peligro. De hecho, la intervención del conductor de la moto que estaba en las inmediaciones fue decisiva.
Tampoco entiendo como el resto del personal no entró al agua a echarnos una mano a los que veníamos remolcando, no sin esfuerzo, desde la escollera.
Por último, un poco después,  la zona seguía con bandera verde cuando debería haber sido, al menos, amarilla, y sin que los Socorristas estuvieran prestando una atención o medidas de prevención especiales, a pesar del riesgo evidente de las corrientes y el oleaje.


Ahora en frío, analizando mi actuación me da por pensar que quizá podía haberme dirigido hacia la lancha o esperado la ayuda de la moto aguantando en el agua con la niña. Incluso podría no haber intervenido, sabiendo que la Cruz Roja estaba ahí, pero de lo único que estoy seguro es que no me arrepiento de haberlo hecho, ya que actué serenamente, con seguridad y sin riesgo y llegué a la orilla sin problemas, con mi víctima controlada y tranquila. 
Eso si, ahora siento un gran cansancio físico por la intensidad del esfuerzo y el subidón de adrenalina inesperados, pero todo eso se compensa con creces sabiendo que has colaborado para evitar una desgracia. Y, por supuesto, con el alivio y tranquilidad de mi familia, que mi mujer y mi hijo también pasaron un rato de angustia, porque saben el riesgo que se corre en cualquier rescate.
Miguel González (en el centro), Profesor de Salvamento Acuático y
Coordinador de Formación de la Escuela Segoviana de Socorrismo

domingo, 15 de julio de 2012

El despido del Socorrista es una parábola sobre el "outsourcing"


Joy Cooper, Alcaldesa de Hallandalle entregando al Socorrista despedido Tomás López las llaves de la ciudad
Fuente y fotografía: The Washington Post 
Por Steven Pearsltein, columnista de negocios y economía en The Washington Post, y ganador de un premio Pullizer. (traducido por LM Pascual)
Probablemente ya se ha enterado de la historia del joven socorrista de la Florida, Tomás López, quien fue despedido a principios de este mes, porque dejó desguarnecido su puesto para realizar un rescate en una sección no vigilada de la playa, contraviniendo las normas y procedimientos de funcionamiento de su empresa.
En el Cuatro de Julio (fiesta nacional en USA), la historia se presenta en los medios de comunicación como una parábola acerca de la externalización de servicios ("outsourcing")de la rigidez insensata de los gerentes de empresas. Un abochornado propietario de la empresa, ofreció a López, junto con otros seis guardias que fueron despedidos como parte del embrollo, retornar a sus trabajos. Todos declinaron el ofrecimiento 
La semana pasada, López fue galardonado con la llave de la ciudad por los líderes electos de Hallandale Beach que se comprometieron a no renovar el contrato con Jeff Ellis Management, la empresa concesionario que había provocado tan poco deseada atención.
Visto desde otro ángulo, este suceso es también una parábola acerca de la externalización y la forma en que está transformando grandes áreass de la economía.
Resulta que Jeff Ellis es una especie de pionero en el negocio de salvavidas. Comenzó como un consultor para los parques acuáticos, clubes y municipios; como formador de socorristas y abordó la realización de auditorías anuales de los equipos y procedimientos operativos que incluyen ahogamientos simulados para probar la eficacia de los Socorristas y el equipamiento.
Jeff Ellis
Sus empresas tienen cerca de 700 clientes en 50 estados americanos y en 14 países. Las aseguradoras ofrecen descuentos en las pólizas de responsabilidad a quienes utilizan los servicios de Ellis Management.
Hace aproximadamente una década, Ellis extendió su franquicia, ofreciendo contratar, entrenar y dirigir los salvavidas para los parques acuáticos, los municipios y los propietarios de piscinas que quisieran externalizar esa función.
Uno de sus primeros clientes fue Hallandale, que hasta ese momento gestionaba los servicios de Socorrismo en playas a través del departamento de bomberos. Según Ellis, en el primer año, su compañía redujo el gasto de 700.000$ anuales en Socorrismo a la mitad. En los nueve años transcurridos desde entonces, no ha habido ahogados, según Ellis y su contrato ha sido renovado rutinariamente. Hallandale, como muchas otras empresas públicas y privadas han decidido externalizar servicios que no consideran son parte de sus competencias o misiones fundamentales.
Debido a que generalmente están fuera de la vigilancia sindical y de las normas no escritas de igualdad de remuneración que existen dentro de cualquier empresa, los contratistas son libres de pagar menores salarios – y en muchos casos, mucho más bajos, como en el caso de los Socorristas de Hallandale.La segunda ventaja importante de las empresas de outsourcing es que aprovechan las economías de escala. Una empresa que se especializa en una función y tiene muchos contratos, por lo general puede hacerlo a un coste menor, mediante la difusión de los costes fijos sobre una base de negocio mucho más amplia. Simplemente por tener más experiencia, a un contratista especializado también es más probable que se le ocurra una manera más eficiente y eficaz de hacer las cosas y puede adoptar más rápidamente mejoras en sus operaciones aunque los contratistas externos también están sujetos a la disciplina de la competencia cuando se plantea la renovación de los contratos.
Sin embargo, y aunque los contratistas lo nieguen, siempre hay un importante sacrificio que se produce al externalizar y que es inherente a cualquier empresa que tiene su ventaja competitiva en haber construido cuidadosamente sistemas para poder hacer casi de todo. 

domingo, 8 de julio de 2012

La habilidades psicológicas mejoran al profesional.



Fuente: Universidad de Cantabria

El especialista en psicología de Urgencias, Emergencias y Catástrofes, Enrique Parada, que entre muchos otros casos participó en la atención a las víctimas del 11-M y del accidente del avión de Spanair, ha señalado hoy en Laredo que "uno de los problemas que tenemos los profesionales de emergencias es que no toleramos el malestar, cuando el malestar es, en realidad, la reacción normal de un profesional normal que ha trabajado en una situación anormal".
Con su intervención, enmarcada en el monográfico "Atención inicial al niño y adulto en situaciones críticas" de los Cursos de Verano de la Universidad de Cantabria, Enrique Parada ha querido favorecer la normalización de la existencia de estados de estrés durante las intervenciones, ya que "los propios profesionales de emergencias tenemos que darnos permiso para no ser superhéroes, puesto que todos tenemos un punto de ruptura, y es lógico quedar desestabilizado por una situación dura."
Para ello, Parada ha expuesto una serie de habilidades psicológicas que los profesionales deben dominar si quieren mejorar su resistencia y su resiliencia. La primera responde al aumento del umbral de tolerancia al estrés agudo; la segunda, a la capacidad para recuperarnos de forma sana y saludable al impacto vivido. "El objetivo es en dos direcciones: por un lado, trabajar mejor en el `durante´, y por otro, no empeñarnos en deshacernos del malestar cuando es normal que siga ahí", ha señalado Parada, para proseguir sosteniendo que es mejor no forzarnos a nosotros mismos, ya que "paradójicamente, cuanto más intentamos quitarnos el malestar, más nos centramos en él, y más lo potenciamos".
La tesis de Enrique Parada es que resistencia y resiliencia son dos capacidades que pueden desarrollarse a través de un entrenamiento basado en la correcta gestión de los estados físicos y emocionales y de todos los componentes mentales o cognitivos que tienen lugar durante o después de la situación de impacto, así como en un cambio en la relación con las reacciones de estrés. "El entrenamiento pasa por ser capaz de controlar la propia conducta y hacer lo correcto, pese a que me esté sintiendo mal", ha explicado Parada. Por eso, aunque muchos profesionales aprendan a base de experiencias e intuiciones, esto no debe sustituir al entrenamiento basado en estudios y que pretende potenciar las actitudes personales de cada uno, ya que, según ha señalado Parada, "lo determinante no es el tiempo que el profesional lleve trabajando, sino lo que ha aprovechado durante ese tiempo".
En su trayectoria como psicólogo de Emergencias, que le ha llevado a trabajar sobre el terreno en algunas de las catástrofes de mayor magnitud de los últimos años, como los atentados del 11-M o el accidente del avión de Spanair en Barajas, Enrique Parada ha observado que las situaciones de mayor desequilibrio para los profesionales son las que presentan características muy intensas, con múltiples víctimas o un alto impacto para los sentidos; las que resultan cercanas con el sufrimiento humano, bien porque los afectados sean niños, o porque haya habido un contacto previo prolongado con la víctima, y por último, las situaciones de grandes desastres.
La intervención de Enrique Parada, que ha clausurado el curso sobre "Atención inicial al niño y adulto en situaciones críticas" que se ha celebrado en Laredo a lo largo de esta semana y cuyo público estaba compuesto fundamentalmente por profesionales de la Enfermería, ha querido referirse también al papel de apoyo a víctimas y familiares que ejerce el personal sanitario. Parada ha señalado que los psicólogos enseñan a menudo a médicos y enfermeros el desarrollo de unas habilidades humanas necesarias para atender y apoyar a personas que normalmente están muy afectadas por lo que acaban de vivir. "No intentamos convertirlos en psicólogos", ha precisado Parada, "sino darles pautas para que ayuden de forma integral en un contexto en el que son muy importantes las relaciones humanas".


El papel de los medios de comunicación
En situaciones de emergencias o grandes catástrofes, el impacto que tienen los medios de comunicación sobre la población (incluido sobre la propia comunidad de afectados, que acude a los medios para recabar más información y paliar su estrés e incertidumbre) presenta unas posibilidades que, según Enrique Parada, "pueden ser aprovechadas por los profesionales de la salud, siempre que sean bien organizadas y gestionadas", por lo que aboga por el establecimiento de foros donde profesionales de las emergencias y de la comunicación puedan debatir y compartir experiencias.
 La clave, para el psicólogo, consiste en que los medios lancen mensajes de resiliencia que ayuden y tranquilicen a los espectadores. En cambio, la información sesgada o sobredramatizada propia de algunos medios puede contribuir a "retraumatizar" a las personas afectadas.