Fuente y Fotografía: El Norte de Castilla
Al verano, las vacaciones y el calor les sigue la apertura de las piscinas tanto particulares como públicas. Espacios que centran la actividad diaria de muchas personas durante los próximos tres meses y que se convierten, por tanto, en un foco de riesgo de accidentes, que en su mayoría son menores, pero que también exigen la presencia de una persona cualificada para evitar males mayores y que no se amargue el verano. Antiguamente, el trabajo para el socorrista se limitaba al periodo estival. Ahora, la existencia cada vez mayor de piscinas cubiertas ha provocado que la demanda de esta figura se haya extendido al resto del año. El socorrista ya no está solo asociado al verano, sino que también cuida de la seguridad cuando el invierno y el frío se quedan a la puerta de las instalaciones cubiertas que pueblan las ciudades. Sin embargo, estas están muy lejos de alcanzar el número de piscinas que hay al aire libre y que a partir de ahora son acondicionadas para su utilización hasta el mes de septiembre.
La seguridad es una parte importante de ese acondicionamiento. Aparte de cumplir los requisitos en aspectos como la limpieza del agua o la adecuación del vaso de la piscina, cualquier instalación, ya sea pública o privada e incluso en las comunidades de vecinos, tiene la obligación de contratar un socorrista que se encargue de velar por la seguridad de todos los usuarios de una piscina. La especialización de esta figura ha crecido notablemente en los últimos años. De su formación se encarga desde hace dieciséis años la
Escuela Segoviana de Socorrismo, que trabaja durante todo el año para poder satisfacer ahora la demanda que les llega desde las diferentes piscinasque hay repartidas por la provincia.
Cuéllar y Segovia han sido los escenarios de los cinco cursos que se han realizado este curso para formar socorristas, sin incluir los que se organizan para actualizar los conocimientos de los que ya están titulados, como el que se celebraba este domingo entre el
Gimnasio Incorpore y las aulas del Centro Cívico de Nueva Segovia. «
Hay que estar preparado para cualquier contingencia y para ello es necesario tener frescos los conocimientos. Es bueno actualizarse cada dos años», explica Luis Miguel Pascual, director técnico docente de la
Escuela Segoviana de Socorrismo .
Esta institución ha formado en socorrismo acuático a 650 personas desde 1996. Sin embargo, la crisis también está haciendo daño a este sector. La eficacia en la ubicación de los socorristas –«el 70-80% encuentran trabajo», asegura Luis Miguel Pascual– no ha sido suficiente en los últimos años para al menos mantener las cifras de titulados. En 2008, la Escuela Segoviana de Socorrismo formó a un centenar de socorristas, mientras que en 2010 y en 2011 esa cifra bajó a 53 y 56 respectivamente. El descenso se explica en parte por el perfil de las personas que se interesan por este trabajo.
La mayoría son jóvenes de entre 16 y 20 años que buscan una ocupación por el verano que les permita obtener unos ahorros. «
Con la crisis, muchas familias necesitan que el dinero que pudieran destinar al curso de socorrismo de su hijo o hija se quede en casa y destinarlo a otras cosas más necesarias», argumenta el responsable de la escuela, que subraya la existencia también de un perfil dentro de los socorristas de personas de 24 o 25 años que lo tienen como «un medio de vida gracias a la existencia de piscinas cubiertas».
La
Escuela Segoviana de Socorrismo tiene una
bolsa de trabajo a través de la cual recoge las demandas de las piscinas de toda la provincia y las difunde entre los socorristas que se han titulado, que este año son 31 de momento. Esperan que la cantidad sea mayor, puesto que en julio tienen previsto ofertar otro curso de formación. Incorporarán, de esta manera, más socorristas a esa bolsa de trabajo en la que han recibido más de una veintena de solicitudes de socorristas por parte de diferentes piscinas. «
Son pocas», indica Luis Miguel Pascual, que percibe un fenómeno para explicar esta circunstancia. «
Hemos visto que en los dos o tres últimos veranos los socorristas que tienen una piscina no la sueltan y por tanto no hay rotación», señala Pascual, al mismo tiempo que transmite confianza a los futuros socorristas: «
Si tienes capacidad para moverte de un lado a otro y buscar, no tienes problemas para encontrar trabajo en esto».
La importancia de la figura del socorrista en una piscina es resaltada por el propio Luis Miguel Pascual. «
En un accidente de tráfico, hay cierto margen para que actúen los servicios sanitarios sin que corra peligro la vida de la persona. Pero en una piscina es obligatorio actuar antes de cinco minutos para que una persona que ha quedado sumergida no muera», razona Pascual, quien resalta que las piscinas no suelen ser escenario de accidentes graves, como puede ser un ahogo, aunque sí que hay muchos incidentes menores. «
Normalmente no pasa nada, pero hay que estar preparado», apunta mientras insiste en la importancia de que los socorristas tengan una formación muy completa para realizar su labor.
Campaña de concienciación
El pasado verano, dos niños de Valverde del Majano y El Espinar tuvieron que ser atendidos en el hospital por accidentes en la piscina. Ninguno de los dos revistió gravedad, no perdieron la consciencia y pudieron marcharse a casa sin problemas. Son los dos últimos accidentes más serios que recuerda el responsable de la Escuela Segoviana de Socorrismo. «
Apenas se han producido incidentes graves en la última década», asegura Luis Miguel Pascual, que aún recuerda la conmoción que supuso el ahogamiento de José Carlos Casado en el Casino de la Unión en 1996.
Desde entonces, los problemas a solventar en la mayoría de las piscinas han sido los 'tragones' de agua, sobre todo en personas mayores y niños, o las picaduras.
La labor de prevención no debe pasar, sin embargo, solo por las personas de salvamento acuático sino también por los usuarios. De ahí que la Escuela Segoviana de Socorrismo vaya a dar continuidad este verano a la actuación que ya realizó el año pasado en el
pantano de El Pontón para repartir información entre las personas que acuden allí a bañarse y para concienciarles de los peligros que entraña el baño en esa zona, además de que hay que tomar precauciones para no tener que lamentar desgracias, como ya ha sucedido en demasiadas ocasiones en El Pontón a pesar de que está prohibido el baño allí.
La escuela va a desarrollar también una c
ampaña de seguridad en el baño. «
Más del 80% de los ahogados son niños. Queremos que los usuarios de las piscinas conozcan los cometidos del trabajo del socorrista y que tengan un sentido crítico de la labor que realiza el socorrista, al que a menudo se asocia con la imagen de estar leyendo un libro o escuchando música y no con los cinco sentidos puestos en su trabajo», explica Luis Miguel Pascual.
En ese mismo espíritu crítico se enmarca el estudio que realizó en 2000 la escuela –y que ahora quiere repetir– para radiografiar la situación de las piscinas de la provincia de Segovia, y los cursos de actualización que pasan los socorristas con más experiencia. Toda prevención es poca para evitar que se produzcan tragedias en vacaciones.
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