Foto: El Adelantado, Alberto Benavente
Hoy, El Adelantado de Segovia publica un extenso reportaje sobre el Pontón Alto, en el que aparece la Escuela Segoviana de Socorrismo. Al respecto, creemos oportuno recuperar el comunicado que la Junta Directiva de la ESS hizo público el pasado año y que sigue desafortunadamente de actualidad.
Desde hace quince años en la ESS nuestro principal interés es evitar que se produzcan sucesos de este tipo. No es nuestro cometido levantar polémica ni ser conciencia de nadie, pero una vez más, después de tantos años predicando en el desierto, en la ESS nos vemos impelidos a desempolvar papeles presentados ya en 1996, cuando participamos en la confección del estudio de medidas de seguridad que, durante dos años dotó de un servicio de vigilancia y socorristas al Pontón Alto. A recuperar notas de prensa refrescadas año a año con consejos y medidas de seguridad para los bañistas y peticiones a las administraciones para que se llegue a un acuerdo definitivo sobre qué hacer con la seguridad del baño en el Pontón. Quince años y (si no nos falla la memoria) media docena de fallecidos después, las conclusiones siguen siendo las mismas, intentemos hacer un esfuerzo de reflexión que nos sirva para enmarcar adecuadamente el problema, con independencia de la circunstancias de éste caso concreto, puesto que estimamos que el problema tiene mucho mayor calado.
1 – El riesgo de sufrir un ahogamiento no depende del dominio de la natación de las personas, sino más bien del riesgo que asumen al realizar una actividad acuática. Los estudios epidemiológicos demuestran que quienes mejor nadan realizan actividades de mayor riesgo, como por ejemplo, nadar alejados de la orilla, mientras que los nadadores con menor confianza normalmente hacen aquellas con las que se sienten más seguros, siguiendo el ejemplo, se alejan mucho menos de la orilla o permanecen dónde hacen pie. Esto significa que los “buenos” nadadores sufren más incidentes porque asumen mayores riesgos, pero también que los “malos” nadadores tienen menos habilidades para reaccionar ante incidentes, (como por ejemplo, dar un tragón y asustarse al intentar hacer pie y ver que hay más profundidad de la esperada), que en otras circunstancias sólo sería un susto. La imprudencia, el descuido en la supervisión de los niños y acompañantes o la falta de formación en seguridad acuática de los monitores también están, por desgracia, en el origen de muchos de los ahogamientos.
2 – Esos mismos estudios demuestran que la población inmigrante tiene un riesgo de ahogamiento entre dos y cinco veces mayor que los españoles. Las razones son diversas, pero la más importante apunta a que la cultura y la educación cívica que se viene desarrollando en nuestro país desde hace años en relación con el medio acuático, especialmente con los niños y las familias a través de los cursos de natación, las normativas y la presencia de Socorristas, tiene un efecto protector altamente positivo y éste es un bagaje que la mayoría de las poblaciones inmigrantes no traen de sus países de origen, por lo general menos avanzados en este aspecto.
3 – En todas las circunstancias y entornos, -piscinas, ríos, mar, embalses- el medio acuático permite ya de por sí un escaso margen de error y en el Pontón, este margen es casi inexistente. Cualquier persona que sufra un incidente o indisposición que le haga entrar en lo que técnicamente se conoce como “dinámica de ahogamiento”, o es rescatada en menos de cinco minutos o con toda probabilidad su cerebro morirá en ese plazo por la falta de oxígeno, por muchos medios que se pongan después en marcha.
4 – Aunque la vigilancia y la prevención de los incidentes son las labores a las que el Socorrista dedica más esfuerzo y recursos, ya hemos comentado que el tiempo que la persona pasa sumergida en anoxia, es decir sin respirar, es el factor clave y por ello son cruciales la rapidez en el rescate y la realización del Soporte Vital Básico dentro de los 3 a 5 primeros minutos (respiración boca a boca y masaje cardíaco). La presencia y actuación de los Socorristas, entrenados en rescate acuático y SVB suponen, literalmente, la diferencia entre la vida y la muerte. Junto con las demás labores citadas, son las principales razones de la obligatoriedad de su presencia en las instalaciones acuáticas.
5 – El Pontón es un lugar de riesgo elevado respecto al baño. A sus especiales características: profundidad, turbidez, etc., se unen la falta de vigilancia, señalización y normas de uso y la presencia de un público heterogéneo, compuesto en gran parte, como hemos podido comprobar a menudo, por personas con poca conciencia de sus riesgos y de la necesidad de adoptar medidas de autoprotección por lo que utilizan el embalse con poca o nula conciencia de ello.
6 – No podemos olvidar que el Pontón es objeto de diversas actividades como la pesca, el piragüismo y otras relacionadas con el ocio, el cercano Parque Robledo y próximamente Segovia 21, que también influyen significativamente en el entorno, el agua y la seguridad global, incluyendo las explotaciones ganaderas que existen en las cercanías.
7 – No compete a la ESS dilucidar si el baño en el Pontón debe o no permitirse. Nuestro cometido ha sido y sigue siendo proporcionar los estudios técnicos que apoyen la toma de decisiones al respecto, indicando las circunstancias, medidas y equipamiento que sean necesarios para que si se permite, se haga con las máximas garantías posibles, minimizando los riesgos. Del mismo modo, otros aspectos técnicos, como la salubridad de las aguas, la seguridad del entorno y la regulación de las actividades mencionadas, deberían ser objeto de similares estudios con el mismo propósito y por ello, no se debería prestar oído al cúmulo de afirmaciones sin fundamento que el público, los medios y los responsables políticos manejan en ocasiones puesto que no tienen mayor fundamento. Desde el principio, en la ESS hemos defendido la utilización de este entorno privilegiado remarcando que el baño debería permitirse siempre y cuando se cumplan una serie de requisitos de equipamiento, vigilancia, seguridad y dotación de Socorristas que minimicen el riesgo de ahogamientos. La más importante sería restringir y acotar el baño a una zona vigilada y equipada, prohibiéndolo en el resto de manera efectiva mediante medidas de disuasión y concienciación del público de la misma manera que se hace en otros lugares de la provincia.
8 – La normativa que regula los espacios naturales en Castilla y León tiene importantes lagunas que han propiciado que el baño en el Pontón (y en otros lugares) sea una patata caliente que las distintas administraciones llevan quince años pasándose de mano en mano. Sin embargo, alegar que el baño no está autorizado, o que está prohibido y luego no aportar los medios necesarios para lograr que se cumpla la prohibición, es doblemente ineficaz y no sirve para acallar conciencias.
9 -A nuestro juicio en este tema no caben ya más medias tintas y deben de acometerse, de inmediato, dos tareas:
A – Definir de una vez por todos quién tiene la responsabilidad sobre el embalse, o si compete a varias administraciones, coordinar una comisión mixta que la asuma y establezca un Plan de Usos, incluyendo el baño y el resto de actividades ya mencionadas o posibles. Si, además de las competencias, existe el problema del coste de los servicios, apelamos a la buena voluntad de los responsables políticos que han aportado ejemplos de colaboración en tantos otros temas y, puestos a poner medios y presupuesto, nuestra opinión es que sería preferible que fueran para la protección del entorno y de los bañistas y usuarios de la zona, antes que para prohibir.
B – Recabar todos los estudios técnicos y asesoramiento necesarios para determinar las medidas adoptar respecto a los usos que se determinen y especialmente en cuanto a si el baño se permite y, si es así, en qué zona y condiciones, dentro de un marco de usos del embalse que regule otros temas como las zonas para la pesca o el piragüismo, etc.
10 – Como último punto, un nuevo llamamiento a la responsabilidad de todos y principalmente a las personas que utilizan el embalse para que contribuyan con medidas de autoprotección a su seguridad y la de los suyos. Puestos a poner medios y presupuesto, sería preferible que fueran para la protección de los bañistas.
Finalmente, insistir que los técnicos de la Escuela Segoviana de Socorrismo estamos a disposición de todos aquellas personas o instituciones a los que podamos ser útiles para hacer que el baño se disfrute con seguridad.
Junta Directiva de la Escuela Segoviana de Socorrismo
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