sábado, 21 de enero de 2012

Chistina Fonfe, seguridad acuática para las mujeres en Sri Lanka.

En la 2011 Dublin Lifesaving Conference, la presentación de Christina Fonfe, sobre su programa "I can swim" ( Puedo nadar) que desarrolla con las mujeres en Sri Lanka fue, con todo merecimiento, galardonada como el trabajo más valorado por los participantes.
El sentir general fue que el extraordinario trabajo de Christina con mujeres y su manera de abordar la solución de los problemas que se producen en un entorno muy complejo, social, economico y políticamente, suponen un avance sustancial en el planteamiento de la enseñanza de las habilidades básicas que proporcionan seguridad en el medio acuático, antes que "enseñar a nadar" en el sentido de aprender un estilo de natación de modo eficaz.

Christina Fonfe, recibiendo la distinción de manos de John Connolly, presidente de The Lifesaving Foundation
Como primer paso, Christina consiguió el uso de una piscina durante unas horas semanañes, exclusivamente para las mujeres, salvando uno de los más importantes escollos culturales que les impiden el acceso al recreo acuático.

Un grupo de mujeres monitoras
En segundo lugar, formó a un primer grupo de mujeres como monitoras, que después se convertirían en las maestras de amigas y conocidas, logrando romper el muro de la desconfianza, el acercamiento personal y que esa invisible red que une a las mujeres en todo el mundo se moviese en su favor para esta iniciativa.

Dando los primeros pasos
Según Christina, "el secreto de nuestro éxito reside en la enseñanza uno a uno, donde el contacto físico y visual, la progresión paso a paso normalmente desde una persona no habituada al agua, hace que consigamos que una persona sea capaz de flotar sobre su espalda y de respirar de forma totalmente autónoma ya en la primera sesión. Una vez que la alumna advierte que en esta posición está completamente a salvo, la confianza emerge y podemos empezar a enseñar otros movimientos".

Aprendiendo a flotar sin miedo.
En la piscina comunitaria de Galle, los lunes por la tarde es un día exclusivo para las mujeres y entre 40 y 60 acuden con regularidad para recibir sus clases, que se realizan con las ropas cotidianas, una estrategia pensada para concienciar a las mujeres de su capacidad para reaccionar en el entorno acuático con ropa, algo que es habitual, ya que las mujeres acuden a los cursos de agua para lavar o asearse.

"Flotar sobre la espalda sin esfuerzo garantiza que se puede respirar de modo libre, y anima a que se piense de un modo natural sobre qué hacer después. La mayoría de las mujeres ceylanesas son budistas y están acostumbradas a la meditación, lo que favorece que las alumnas completen la prueba de 10 minutos flotando como parte de su certificación "I Can Swim" (Puedo nadar). La siguiente parte consiste en nadar 100 metros sin paradas ni tocar el borde de la piscina", dice Christina.

El contacto con el agua es habitual en Sri Lanka.
Esta iniciativa quiere ampliarse en el futuro con clases para madres y bebés, pero los principales obstáculos son la falta de mujeres cualificadas para ejercer de profesoras y la escased de fondos. El primer problema se está solventando capacitando a las mejores alumnas para que ejerzan de monitoras, con el objetivo a medio plazo de crear una academia para mujeres nadadoras. Después de 7 años de trabajo, quizá en 2012 esto sea una realidad gracias, entre otros, al apoyo económico de The Lifesaving Foundation de Irlanda y la Sport Aquatics Union de Sri Lanka.

Programas como éste y otros que se desarrollan en Asia, Africa o Latinoamérica, están revolucionando las bases de la enseñanza de la natación y de la seguridad en el medio acuático. Parece demostrado que la parte más importante del desenvolvimiento en el medio acuático no es tanto el dominio de un estilo de natación, como la adquisición de toda una serie de habilidades que protegen frente al riesgo de ahogamiento, porque proporcionan a la persona la capacidad de reaccionar ante un incidente, cosa que el dominio de un estilo no hace por sí sólo.

I Can Swim, es una realidad gracias al esfuerzo desinteresado de Christina y Michael Fonfe y también al coraje de cientos de mujeres que superando sus miedos, y las limitaciones y cortapisas sociales o políticas, han sido capaces de luchar por su seguridad y la de los suyos y de atreverse a aprender. No olvidemos que, en todo el mundo, las madres y las mujeres en general, son las mayores garantes de la educación y la seguridad de los suyos. Cualquier pequeño avance que logre que las mujeres, especialmente en los países más defavorecidos, se conviertan en fuente de tranquilidad y enseñanza, tendrá un poder socialmente multiplicador.

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