Imagen de uno de los puestos de Socorrismo de la Playa de Gandía
Miguel Gónzalez, profesor de la Escuela Segoviana de Socorrismo ha intervenido hoy en un rescate en la playa de Gandía mientras se encontraba de vacaciones. Así relata su experiencia:Este sábado por la mañana estábamos disfrutando de unos merecidos días de descanso en la playa de Gandía, mi familia estaba en la arena y yo me encontraba en el agua, disfrutando del oleaje, cuando observé que un adulto y tres niños, cada uno aferrado a un flotador hinchable, luchaban por permanecer lejos de las rocas de
En ese momento solo tuve un pensamiento: acercarme a prestar apoyo o ayudar a los “compañeros” socorristas y sobre todo a esas cuatro personas en apuros. Me acerqué sin perderles de vista y observando como los socorristas de la lancha parecían no decidirse a entrar en el agua. Es posible que la lancha no se pudiera acercar más, pero uno de los dos ocupantes podría haberse lanzado al agua, así que me acerqué con decisión porque el peligro aumentaba por momentos.
Entonces, un joven con una moto acuática que estaba por las inmediaciones se dirigió a los bañistas y logró mantenerles lejos de las rocas, dándome tiempo a llegar hasta ellos, identificarme como Socorrista y hacerme cargo de una niña. Otro Socorrista, que había venido corriendo por la playa se hizo cargo del segundo, mientras el tercero y el padre subieron a la moto que se fue rápidamente hacia
Al salir de agua, en la orilla esperaban los padres que me agradecieron haberles traído sana y salva a su hija. Al contrario de lo que hicieron los Socorristas, que ni siquiera se acercaron a interesarse por mi.
Sinceramente, no espero felicitaciones, para mi lo importante es saber que he cumplido con mi deber como Socorrista y esa sensación del deber cumplido, de haber hecho lo que había que hacer. De haber hecho lo que moralmente tenía que hacer y lo que tantas veces he repetido en mis clases como Profesor de Salvamento a mis alumnos de Socorrismo Acuático.
Es posible que no sea el más indicado para criticar al personal de Socorrismo que se encontraba de servicio en la playa (en este caso de Cruz Roja, aunque eso no sea relevante), pero por mi experiencia y por sentido común sí que puedo apuntar algunas cosas.
¿Por qué razón no entró al agua uno de los Socorristas de la lancha, o por qué tardó tanto tiempo en hacerlo?. Aunque en esos momentos estaba pendiente de las víctimas y no de la lancha, lo que había que hacer era evidente: entrar al agua y darles soporte.
¿Cómo no se utilizó una moto acuática con camilla hawaiana que estaba disponible en uno de los puestos cercanos?. La velocidad y capacidad de maniobra de la moto es la ideal para este tipo de situaciones y con la hawaiana se hubiera podido rescatar a los cuatro de una vez, rápidamente y sin peligro. De hecho, la intervención del conductor de la moto que estaba en las inmediaciones fue decisiva.
Tampoco entiendo como el resto del personal no entró al agua a echarnos una mano a los que veníamos remolcando, no sin esfuerzo, desde la escollera.
Por último, un poco después, la zona seguía con bandera verde cuando debería haber sido, al menos, amarilla, y sin que los Socorristas estuvieran prestando una atención o medidas de prevención especiales, a pesar del riesgo evidente de las corrientes y el oleaje.
Ahora en frío, analizando mi actuación me da por pensar que quizá podía haberme dirigido hacia la lancha o esperado la ayuda de la moto aguantando en el agua con
Eso si, ahora siento un gran cansancio
físico por la intensidad del esfuerzo y el subidón de adrenalina inesperados, pero todo eso se compensa
con creces sabiendo que has colaborado para evitar una desgracia. Y, por supuesto, con el alivio y tranquilidad de mi familia, que mi mujer y mi hijo también pasaron un rato de angustia, porque saben el riesgo que se corre en cualquier rescate.
Miguel González (en el centro), Profesor de Salvamento Acuático y
Coordinador de Formación de la Escuela Segoviana de Socorrismo